lunes, 20 de abril de 2015

DE TUPIZA EL CERCADO

En las principales ciudades de Bolivia se conocía a lugares exclusivos para unos sectores sociales estratificados y segregados a partir de algunas características como ser las diferencias económicas, principalmente. Así se solía dividir la ciudad de criollos españoles y la ciudad de indios los cuales no podían acceder a esos otros espacios por estar restringidos. A esa parte prohibida de las ciudades se las solía conocer como el cercado que hasta tenía límites y cercos reales para evitar la “invasión” de la población indeseable a menos que sea como servidumbre sometida al criollaje que dominaba los espacios de poder y decisión. Con esa herencia colonial se fue estructurando la república donde hasta la actualidad se sigue escuchando sobre municipios denominados como Cercado siendo un recuerdo muy efímero de lo sucedido en los tiempos de opresión y dominación hacia la población indígena originaria.

En el caso de Tupiza, no podemos quedarnos exentos ya que las condiciones y estructura social y económica no fue tan ajena ya que esta población se convirtió en un espacio de gran producción minera como principal eje económico y elemento de influencia en los espacios de poder. Esta capacidad económica fue la que llevó a mucha gente de los Chichas hasta espacios de control político nacional en una asociación inseparable donde los personajes que controlaban la economía también tenían el control político del país que partía desde sus regiones de origen. Así encontramos nombres como Gregorio Pacheco o la dinastía Aramayo que en sus tres generaciones tuvieron influencia en las decisiones de la política nacional. Ya en otros tiempos, se tuvo la llegada de familias inmigrantes desde regiones europeas por diferentes motivaciones que engrosaron estos sectores potentados influyendo también en la identidad colectiva de los Chichas que ha quedado hasta la actualidad con esta perspectiva sesgada y señorial pretendiendo conservar los privilegios colonizadores contraria a una comunidad que contaba con otros principios de vida desde las raíces originarias.

De esta manera, la identidad de los Chichas, y sobre todo circunscrita en Tupiza, ha quedado marcada con este tipo de influencias identitarias generalizada hacia una mayoría de la población haciéndonos creer que esta herencia colonial debe ser sinónimo de presunción y más aún este ha sido uno de los pilares para establecer la identidad chicheña hasta la actualidad. Por otra parte, nos dirigimos hacia las comunidades alejadas de este cercado imaginario donde la matríz chicheña se ha mantenido de forma más llamativa y desde donde deberemos reconstruir esa identidad originaria e integral. De igual forma esta característica ha creado un alejamiento de otros municipios y provincias a partir de un reduccionismo generado desde Tupiza en una relación del ser tupiceño como sinónimo de ser chicheño en desmedro de la integridad territorial de los chichas originarios. Por tanto, a partir de proyectar la Reconstitución de la Nación Chichas este tipo de sesgos deberán ser reparados mediante la integración territorial e identitaria como un principio del proyecto histórico por la autodeterminación de nuestros pueblos. La identidad de los Chichas sustentada en ese cercado imaginario solo generó segregación en todos sus niveles lo cual ha traído secuelas hasta nuestros días, esta vez, en instancias municipales reproduciendo estas lógicas excluyentes y discriminatorias.

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