La identidad en los Chichas, y particularmente en
Tupiza, ha sido estructurada en base a elementos variados y complejos que han
resultado en una serie de manifestaciones particulares que se diferencian de la
existente en otras latitudes del país. Así, la cultura chicheña viene afectada
por varias vertientes entre las cuales encontramos las precolombina u
originaria, la colonial, republicana y otras contemporáneas que se desenvuelven
en otra variedad igual de compleja como ser la influencia argentina (por la
cercanía geográfica a la frontera y los móviles vinculados a la emigración). De
esta manera, en las principales fiestas del calendario anual nos topamos con un
gran número de manifestaciones donde se exteriorizan estas herencias que son
adoptadas de forma cuasi natural y posiblemente con poca reflexión. Por
ejemplo, en sectores “citadinos” se suele encontrar la participación de danzas
autóctonas con tendencia hacia el folklorismo que una vez concluido el evento
es dejado de lado, olvidado y hasta rechazado (por el carácter indígena de la
manifestación). De esta manera, vemos como la identidad de los Chichas se
encuentra en conflicto ya que este tipo de contradicciones todavía no se han
resuelto o por lo menos no se ha profundizado un análisis al respecto.
De la misma manera, la
herencia de los contextos y coyunturas pasadas han llevado a configurar un tipo
de sociedad cimentada en la identidad, comentada anteriormente, donde se tiene
una fuerte presencia de discriminación y exclusión basada en un etnocentrismo
infundamentado y muy caduco para esta altura de la historia. Producto de esta
construcción actualmente vivimos en una sociedad vertical donde las diferencias
son profundizadas, principalmente por aspectos étnico raciales tanto hacia
adentro como afuera. Bajo estos lineamientos se han levantado los pilares de la
economía y la política dentro de este territorio donde esta misma exclusión
generó que la vertiente indígena originaria quede alejada de espacios de
decisión o “poder” que fue patrimonializado por sectores reducidos de la
población bajo falsos imaginarios y expectativas creadas y socializadas hacia
los pobladores. No obstante, con el avance y profundización de la democracia y,
en este último tiempo, el denominado proceso de cambio la perspectiva de entender
la realidad fue cambiando sumado por la crisis de partidos y del sistema
político en su conjunto por lo cual las condiciones de participación se
ampliaron y democratizaron de forma más tangible en todos los niveles de
gobierno.
Así, en uno de los espacios más conservadores,
donde la construcción de esta identidad sesgada tenía primacía, la madurez
política y la capacidad de proyección a partir de poder leer la realidad actual
permite contar, de forma histórica, con un gobierno local bajo la sigla del
Movimiento Al Socialismo generando un quiebre en la estructura política y
social de Tupiza. Pese a tener como la principal línea de influencia fáctica a
la vertiente indígena chicheña el rechazo al partido de gobierno (gestado desde
el movimiento indígena campesino) quedó de lado y recién se pudo lograr una
victoria democrática que se presenta como la oportunidad de dar un viraje
estructural del municipio y la región a partir de una nueva visión que plantee
la gestión desde la perspectiva de los pueblos con mayor participación e
inclusión de todos los sectores. Hasta la anterior gestión, todos los gobiernos
municipales fueron constituidos por población proveniente de grupos de la
denominada “clase media” que mantuvo un quiebre y alejamiento de gran parte de
la población. Ahora de manera histórica se rompe con esta tradición seudo
señorial que deberá ser el principio del afianzamiento de una identidad
consolidada e integral, partiendo desde el ámbito cultural llegando hasta la
matriz social, económica y política, irradiada desde un nuevo tipo de gestión
en el gobierno municipal.
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