lunes, 21 de septiembre de 2015

LA CULTURA Y SU REVOLUCIÓN

En una definición, muy general, de lo que se entiende por cultura se trata prácticamente de todo lo que produce el hombre y la mujer. Sin embargo es importante ir delimitando esta percepción para que la cultura pueda ser abordada desde una perspectiva más específica y sea útil en cuanto a gestión cultural complementaria a las políticas públicas circunscritas a este eje. Así, en espacios donde la cultura es fundamental para el desarrollo de toda la población se deberá replantear los mecanismos que logren dar este impulso y que no solamente se trate de un intento de definición abstracta y de buenas intenciones. Por tanto, abordar a la cultura debe tratarse de un trabajo complejo y estructurado como parte sustancial de la planificación de un territorio, mucho más si este toma esta característica como bandera y carta de presentación que lo distingue de otros lugares.

Desde este punto de vista los municipios chicheños (Villazón, Tupiza, Atocha, Vitichi y Cotagaita) tienen consigo una serie de elementos determinantes circunscritos en lo que se identificaría como cultura por lo tanto solo hace falta revolucionar estas cualidades para que las mismas sean ejes de desarrollo más que simple lírica y rememoración histórica. Así, el hecho de contar con un importante legado que construye una identidad fuerte no solo involucra un factor de mención sino que deberá manifestarse en oportunidades de proyectar estas potencialidades las cuales sean generadoras de mejores condiciones de vida para la población. En este sentido, se debe superar dos etapas importantes en este proceso, primero fomentar y retroalimentar las características culturales las cuales deben convertirse en una fortaleza dentro de la comunidad en la que se circunscribe, para no caer en mero folklorismo que se reproduce sin mayor sentido y reflexión. Una vez logrado este proceso de internalización, se deberá proyectar esta potencialidad hacia otros espacios para que el localismo de la cultura no se vaya marchitando en su propio espacio y reproducción, más allá del compromiso interno que pueda existir.

De igual manera, los actores estratégicos dentro de la gestión cultural involucran a todos y todas los habitantes del territorio que se vinculan a una identidad específica. Pero, con un mayor nivel de especificidad la gestión pública es una de las primeras instancias encargadas de potenciar las manifestaciones culturales ya que el manejo de los recursos públicos debe atender esta área. Por otra parte, están los gestores culturales, como tales, que se encuentran en espacios no gubernamentales pero también se encargan de trabajar dentro de iniciativas culturales en temáticas más específicas, a diferencia de los gobiernos públicos. No obstantes, un paso más allá del trabajo del incentivo a las iniciativas culturales se encuentra el cambio de perspectiva que debe apuntar a una revolución cultural donde estas manifestaciones sean cuestionadas y, también, replanteadas desde la propia población vinculada a cada cultura. La revolución cultural también implica adquirir una mirada más integral de lo es cultura, sin generar desmedro a uno u otro tipo, principalmente rescatando los aportes de los pueblos indígenas originarios dentro de los cuales se puede hallar un mayor raigambre más allá de los procesos por los cuales trascurre la cultura, día a día. Pero el debate cultural es aún más complejo por lo cual la Revolución Cultural es un trabajo continuo y permanente que no caiga en el anquilosamiento que se convierte en el principio de la pérdida de las culturas.

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