Como un homenaje
a la poetisa Adela Zamudio el 11 de octubre se recuerda el Día de la Mujer Boliviana
y nos encontramos en un nuevo momento para celebrar a esas personas que superan
a la mitad de la población en nuestro país. No obstante es seguro que una
simple fecha no sirve de mucho para que se considere un verdadero avance en
cuanto al respeto por los derechos de las mujeres así como ir eliminando la
violencia que se ejerce día a día sobre este grupo poblacional como uno de los
más vulnerables a esta situación. Asimismo, si bien las fechas conmemorativas
pueden ser pretextos para conversar, también son mecanismos que muestran la
doble moral en la que seguimos viviendo y donde encubiertos en regalos y
felicitaciones superficiales se sigue vulnerando sus derechos el resto de los
días del año. Así, con una lucha permanente por muchas décadas, las mujeres
vienen generando sus propios espacios en el marco de la construcción de una
sociedad más equitativa donde se eliminen, de una vez, las cargas sociales
sesgadas por el patriarcado y reproducciones machistas que nos mantienen en una
sociedad llena de violencia y desigualdad que, a partir de la mujer, incide en
otros miembros como ser niñas y niños.
11 de octubre,
también se recuerda el Día Internacional de la Niña (fecha reconocida también
en algunos municipios del país) que nos lanza otros aspectos dentro de esa
misma sociedad que de por si vulnera los derechos de las mujeres lo cual se
amplía aún más hacia las niñas. De esta manera, esta fecha debe ser más que un
simple día de, supuesto, festejo y convertirse también en otra bandera de lucha
para visibilizar la problemática que encierra a nuestras niñas como víctimas de
un sistema que se reproduce sin mayor reflexión de hacia dónde estamos llevando
a nuestras niñas, y niños. Aquí también interviene la violencia tan presente en
todos los espacios, ya sean públicos y privados, donde están expuestas a todos
los tipos desde el físico, psicológico, sexual y simbólico entre muchos otros
lo cual debe ser una señal de alarma para todos y todas por ser corresponsables
de la niñez en su conjunto. En este sentido, lo más aberrante resulta en que
esta violencia es ejercida dentro del hogar que habría de considerarse como un
espacio de seguridad y protección para niñas y niños.
En esta oportunidad cabe preguntarse de manera
muy seria qué tipo de infancia estamos construyendo, ya sea, a partir de
nuestros comportamientos cotidianos y [re]acciones hacia niñas y niños donde el
ejercicio de la violencia es un común denominador como la única manera de
educar y convivir con las nuevas generaciones de las que se espera,
contradictoriamente, un cambio generacional. En nuestro país la niñez parece
haber quedado como una de las poblaciones más ignoradas en todos los espacios
donde la gestión pública no se queda exenta al existir muy pocas políticas de
atención, partiendo del cuidado, que nos lleva a considerar que “no es un país
para niños y niñas”. En este sentido hay muchas aristas por seguir
reflexionando para generar una respuesta efectiva a la problemática que viven
las familias en torno a una mejor vida en relación a niñas y niños. Pero
debemos seguir en la lucha, más allá de las reivindicaciones de género donde
solo las mujeres luchan por las mujeres, esta vez es deber también de los
hombres sumarnos a esa lucha por una sociedad más equitativa que parta de un
simple día libre de violencia hacia mujeres y niñas que puede significar un cambio
progresivo desde lo individual a lo colectivo, seguido del cambio social el
cual todos y todas deberíamos buscar. Celebrar el 11 de octubre no significa
solo un día al año, sino que es el recordatorio casi obligatorio de que cada
día es determinante para que comencemos a vernos y cuestionarnos qué tipo de
actitud tenemos para con nuestras niñas-mujeres eliminando de forma progresiva
o inmediata el pensamiento naturalizado, arcaico y retrógrada de convivir con
violencia hacia las que pueden ser nuestras madres, hermanas o hijas, donde
somos incapaces de practicar la empatía que nos convierta solo un poco más en humanos.
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