Cochabamba es considerada como la ciudad y el
departamento corazón de Bolivia, esto fundado sobre todo por su ubicación
geográficamente estratégica en el centro del país. En este sentido, resulta de
gran importancia para la geopolítica interna, sobre todo en tiempos del proceso
de cambio, como un espacio de definición de posiciones y fortalecimiento de las
mismas enmarcadas en un complejo escenario político. En este contexto, el año
2005 se marcó un antes un después en la política nacional donde con el 53,7 %
de votación Evo Morales, y el Movimiento Al Socialismo, gana las elecciones
generales constituyéndose como Presidente constitucional de la República de
Bolivia. A partir de este hecho se comienza con una serie de medidas que, en
cierto modo, interpelan al orden establecido dentro del nivel político y
económico cuestionando a los sectores privilegiados herederos del modelo
neoliberal que se encontraba en crisis total, al igual que su sistema de
partidos entre muchas otras cosas. Así, bajo este panorama se presenta un
escenario lleno de conflictos que se agudizaban cada vez más con sectores
opositores aliados a comités cívicos y otros grupos conservadores y
reaccionarios que se oponían al cambio en las estructuras. De esta manera, se
presentaron enfrentamientos en diferentes ciudades como ser Santa Cruz, Sucre y
Cochabamba aumentando la tensión en el momento que se denominó empate catastrófico
que tendría que devenir en una u otra salida, lamentablemente con el paso por
los hechos de violencia desmedida.
Con un complejo panorama socio político en gran parte
del país, Cochabamba no estuvo exenta de esta situación con lo cual luego de
una polarización de fuerzas y ciertas manipulaciones políticas el 11 de enero
de 2007 sucedieron los enfrentamientos que tuvieron como consecuencia la muerte
de tres personas. En esta jornada, la capital del valle se vio divida, de forma
imaginaria, en dos territorios que distinguían el norte y el sur cada uno con
su carga simbólica y el sesgo político ideológico que fue causal de que el
sentimiento discriminador emerja para salir a “defender a la ciudad” de la
invasión de los campesinos. Con este tipo de condiciones establecidas se hizo
público el sentimiento latente y, antes, encubierto de la sociedad vertical
dentro de la cual se debería permanecer, situación que no fue tal y concurrió
en el quiebre del orden establecido interpelando a los sectores conservadores y
retrógradas de la sociedad cochabambina. No obstante, más allá del hecho,
obviamente lamentable, queda la reflexión necesaria sobre varios aspectos
concernientes a esta etapa histórica, no solo en Cochabamba sino, en toda
Bolivia.
Es importante poner en claro a la estructura
establecida luego de la República con lo que se denomina como colonialismo
interno el cual terminó verticalizando la sociedad boliviana con pequeños
grupos de poder político y económico, donde gran parte de la población quedó segregada
dentro de un orden establecido bajo el paraguas de la república y la
democracia, que no terminó de incluir a todos y todas como verdaderas
ciudadanas. Así tenemos también el proyecto nacionalista homogeneizador del ’52
que fracasó luego del intento de igualar a toda la población bajo parámetros
errados y clasistas. Entonces lo sucedido el 11 de enero en Cochabamba, la
ciudad considerada como integradora del país, devela estas relaciones
desiguales y ocultas desde la creación de Bolivia a partir de lo cual se deberá
repensar respecto de la identidad nacional, que parte de la ruptura de estas
identidades regionales que no lograron engranarse y complementarse. Casi 10
años después, este tipo de problemas continúan irresueltos pese a los avances
que se han tenido, pero se debe generar un cambio en varios niveles desde el
individual y el colectivo para poder configurar una verdadera comunidad, en el
marco actual, con características plurinacionales para que sobre todo no
sigamos teniendo más 11s de enero con quiebres del tejidos social que solo
logra afectar la convivencia colectiva.
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