lunes, 2 de mayo de 2016

AGUA, DERECHO Y DEBER

Hace pocos días se llevó adelante un paro cívico en la ciudad de Tupiza en demanda de la concreción del proyecto de agua aducción Estarca para beneficio de las y los habitantes en su conjunto, entre otras exigencias. Así se comienza con una movilización que se arrastra por muchos años, o décadas, para conseguir este elemento de necesidad básica que conlleva consecuencias como la salud y la propia vida de las actuales y próximas generaciones. En este sentido, recurrimos a la carta magna de nuestro país donde se establece “Toda persona tiene derecho al agua y a la alimentación” (Artículo 16. Parágrafo I). Así, nos encontramos dentro de los derechos fundamentales de la Constitución Política que es el primer basamento normativo para pensar en una vida digna y saludable. Posteriormente el agua vuelve a expresarse entre los servicios básicos y su accesibilidad como un derecho, recurso que no puede ser sujeto de privatización ni objeto de negocio o lucro. Asimismo, Naciones Unidas a partir del año 2010, mediante Resolución 64/292, reconoce el derecho humano al agua y el saneamiento.

A partir de estos elementos viene a la memoria la histórica “Guerra del Agua” ocurrida en la ciudad de Cochabamba el año 2000, contra un intento de privatización junto al lastre de escases de este recurso por muchos años teniéndose como un monumento a las desigualdades al proyecto de Misicuni. Asimismo, este suceso es importante por representar un momento fundante para la debacle del neoliberalismo y sus representantes políticos principales, que culminaría el 2003 mediante la expulsión del Presidente de entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada. Por otra parte, lo ocurrido en este tiempo también representó una gran alianza de clases y otros sectores con un objetivo común que marca, todavía, el imaginario colectivo construido a partir de una demanda histórica para Cochabamba que entre otras cosas es la lucha por la vida.


En los últimos tiempos cobra relevancia la problemática de las aguas del Silala y un conflicto con Chile por el uso que se da de este recurso asumido desde diferentes perspectivas lo cual se vincula también a la demanda marítima, aunque de manera colateral y a modo de connotación. A partir de todo lo mencionado encontramos al agua como una constante en el tiempo que ha significado siempre una necesidad básica de subsistencia para cualquier comunidad. El agua se constituye en un recurso renovable pero escaso, que bajo la lógica cotidiana, parecería que, se genera de hecho sin representar gran problema. Sin embargo, hay que considerarla como ese recurso cada vez más insuficiente, con el paso del tiempo se puede convertir en una gran problemática de carencia generalizada. Por tanto, como es costumbre, al hablar de derechos se debe considerar los correspondientes deberes u obligaciones que vinculados a este recurso nos llevan a reflexionar sobre el uso adecuado que se debe hacer, acorde a los tiempos complejos que se vienen por delante junto a un sinnúmero de problemáticas medioambientales generalizadas en un alcance mundial donde posiblemente estas luchas, ahora locales, serán realizadas de forma masiva en guerras por la sobrevivencia del día a día.  

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