lunes, 17 de octubre de 2016

ERA UN 17

El 17 de octubre de 2003 el, hasta entonces, Presidente de la República de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada salía del país, casi en un situación de huida, a raíz de la grave crisis estructural desencadenada desde un tiempo previo a la fecha mencionada. Entonces se libraba una compleja carga histórica heredada desde tiempos de la colonia, y el desencuentro sucedido con la implantación del régimen español con la frase conocida de los “500 años”. Así llegamos a ese corte en el devenir de la historia respecto de los lineamientos propios de lo que sería el derrotero en los pueblos del Abya Yala, pero junto al sometimiento instituido se fue generando una serie de levantamientos y sentimientos insurgentes y libertarios durante unos cientos de años. De esta manera, se generaron los sucesos de 1809 a partir de lo cual se establece el periodo independentista en toda la región incluyendo el Alto Perú, teniendo el momento cumbre en 1825 con la fundación de la nueva República de Bolívar.

Sin embargo, este hito de la historia no fue el final de las sociedades segregadas o excluyentes sino que dio paso a lo que se conoce como colonialismo interno donde las nuevas oligarquías se hicieron del poder para ingresar en el periodo republicano marcado por estos lastres de la colonia. Con esta característica de la estructura social superamos varias etapas dentro de este republicanismo donde los grupos de poder a partir de sus capacidades de influencia económica y política ingresaban en altos cargos de decisión para toda Bolivia. Consecuentemente, es fácil denotar que las políticas establecidas se dirigían hacia los mismos sectores de elite respecto de sus intereses sectarios y, hasta, individuales. En este escenario, al final del periodo, se consolidó un grupo identificado como el de los Barones del Estaño (Mauricio Hotschild, Simón Patiño y Carlos Aramayo), quienes manejaban gran parte de la minería ejerciendo influencia en otros ámbitos, como ser la política. Así llegamos a la emergencia y realización de la Revolución Nacional de 1952, deviniendo una serie de reformas estatales junto a la creación de la Central Obrera Boliviana posicionando de esta manera un nuevo grupo de poder, con algunos rasgos más heterogéneos.

Junto al proceso del ´52, se aplicaron medidas direccionadas al sector indígena llevando adelante la Reforma Agraria, junto a la campesinización, castellanización y el intento de anulación de las identidades indígenas originarias, bajo un modelo homogeneizador. No obstante, el proyecto fracasó y sucedieron una serie de etapas pasando por las dictaduras, el retorno a la democracia y el neoliberalismo que marcaron a la forma de hacer política en el país. En este proceso, siempre estuvo pendiente el tema indígena, considerado incluso como el problema del indio, como un aspecto permanente desde la colonia hasta, ingresado, el siglo XXI. De esta forma, hemos considerado brevemente la denominada carga histórica que tuvo como pilar central a la población indígena en sus diferentes momentos y participaciones dentro de la historia. Así, con el advenimiento de la crisis del sistema de partidos, el modelo neoliberal y las propia crisis estructural es que se conforma un gran movimiento insurgente nacional con participación de diferentes sectores sociales, urbanos y populares quienes son fundamentales en los sucesos de 2003, con varios hechos antecedentes. De esta manera, considerar un suceso de la historia aisladamente puede traernos una lectura incorrecta, sesgada o incompleta de la variedad de aspectos y elementos complejos que están en torno. Así, el 17 de octubre de 2003 se realiza un rebalse de la carga sociohistórica de desigualdades y mal manejo de nuestro país, marcando un nuevo hito para generar un sugerente proceso de reestructuración estatal junto a un proyecto de país, que hasta la actualidad seguimos construyendo, con aciertos y errores pero que sin duda representa un momento determinante de lo que es y será Bolivia en un mediano y largo plazo.

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