lunes, 31 de octubre de 2016

NUESTRO TODOS SANTOS

Pretender discutir respecto del origen de la festividad de Todos Santos puede recaer en un debate, casi, sinsentido ya que al igual que todos los procesos culturales y el cómo se construyen y establecen las costumbres y tradiciones, a la larga no suelen ser debates muy productivos. En todo caso, tampoco vale aclarar que esta es una costumbre “nuestra” en comparación con su similar de halloween que, se dice, es foránea; siendo que ambas fueron traídas, en algún sentido, desde otros contextos culturales. Asimismo, está la nominación como Todos Santos, de orígenes católicos clericales, incluyendo sutilmente a la Fiesta de los Difuntos, que no necesariamente son lo mismo o muy similares. Pese a esta situación, la festividad se fue adaptando y adecuando a nuestros propios usos y costumbres que en la actualidad es asumida, de forma casi automática, como muy nuestra aunque como un fuerte resabio de la colonización española. Así, hemos ido construyendo una serie de elementos simbólicos que parten desde nuestra idiosincrasia y, aún más, se diferencian entre regiones y lugares dentro del territorio boliviano.

Con estos antecedentes, haremos un rápido paseo por lo que significa Todos Santos o la Fiesta de los Difuntos que llegan cada año entre el 1° y 2 de noviembre como una manera de celebrar y recordar a las almas de las personas que se fueron hacia otros lugares después de haber desencarnado. Particularmente en Tupiza, como parte del territorio chicheño, realizamos el armado de las, denominadas, tumbas las cuales son mesas a manera de altar donde se incluyen una serie de elementos simbólicos entre los cuales se incluyen comidas y bebidas que gustaban a la persona fallecida, incluidas la chicha y aloja, entre otras. Hasta esta parte, pueden existir aspectos similares a las fiestas que se realizan en otros lugares entre el 1 y 2 de noviembre. Así, hay que destacar, principalmente, los denominativos utilizados los cuales son los más variados en espacios regionales. Entonces, hemos mencionados a las tumbas que se arman y que, por ejemplo, en Cochabamba son conocidas como mast’aku, pero con los componentes similares. No obstante uno de los más llamativos en las tumbas chicheñas son los turcos que son muñecos formados por masa de pan y que tienen origen, de su nombre, algo particular como la similitud de estos con ciudadanos provenientes de Turquía, según algunas versiones. Estos mismos son nombrados en otros contextos como urpus o tantawawas.


De la misma manera, una de las mayores particularidades de la fiesta en los Chichas es la ejecución de los cánticos llamados lojlos donde hombres y mujeres acompañados de instrumentos musicales como la flauta, caja y erke, principalmente, y a veces la guitarra, que brindan los acordes de tan llamativos cánticos copleros, acompañan a las y los rezadores que caminan en grupos buscando las almas nuevas y casas abiertas para ganarse las masas acostumbradas. En este marco, pese a fenómenos socioculturales importantes vinculados a la globalización y la llegada de celebraciones como el halloween, es grato observar que en los últimos años hubo un fortalecimiento, tal vez hasta inesperado, de las tradiciones antes mencionadas donde las familias o amigos y amigas caminan entre la tarde y noche del primer día de noviembre siguiendo esta herencia oral y práctica de la manera en que celebramos la fiesta de los difuntos. No obstante, sería interesante ir deconstruyendo toda la óptica respecto de la muerte, porque esta vez celebramos un culto a la muerte como parte, todavía, desconocida de la existencia humana y que tiene consigo una serie de elementos vinculados a las energías y el retorno de la conciencia en un futuro próximo. Sin embargo, solo alejarnos un poco de que la muerte sea un hecho generador de pena, lamento y luto puede ser un sugestivo punto de partida en esta construcción social que fue armada frente a los desconocido que conlleva el momento en que cerramos los ojos para dirigirnos a una, temporal, eternidad.

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