lunes, 8 de octubre de 2018

LAS DEMANDAS DE GINEBRA


Ha pasado una semana, desde el infausto momento en que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por 12 votos contra 3, dijo que Chile no contrajo la obligación legal de recoger un acceso soberano al Océano Pacífico para Bolivia con un resultado negativo a nuestro país. Así, este fallo, para nuestra población llegó como un revés inesperado que afecto gran parte de nuestra autoestima y el anhelo romántico del retorno al mar que se había presentado con gran expectativa mediante esta demanda establecida por el gobierno boliviano. Pasaron cinco años, desde el 2013, a la espera de este resultado que había sido esperado con ansias como una de las posibilidades más sugerentes de los últimos tiempos y una decisión política asumida por el actual gobierno. Ante toda esta situación los argumentos y alegatos presentados por nuestras y nuestros representantes parecen no haber cumplido con lo exigido por la Corte, que según algunos tuvo un actuar conservador. Semana después, el balde de agua fría ha pasado y se trata de hablar del futuro, obviamente revisando y reflexionando el pasado, para identificar las maneras de encarar el provenir, reconociendo, primero que no fue la primera ni la última vez que levantamos esta bandera de reivindicación.

En este marco, recordamos la primera demanda que Bolivia hizo ante la injusticia del Tratado de Paz suscrito con Chile en 1904. Entonces nos remontamos hasta 1919 donde se aprueba el Pacto de la Sociedad de las Naciones, luego de la conclusión de la Primera Guerra Mundial. En ese contexto, apenas un año después, una comisión boliviana presidida por Félix Avelino Aramayo e integrado por Franz Tamayo y Froilán Zambrana, no obstante en medio de pugnas y contradicciones no se logró concretar dicha demanda, la cual quedó postergada por un año. “Las demandas de Ginebra”, así titula Alfonso Crespo (en el libro “Los Aramayo de Chichas”) al capítulo donde se aborda este sugerente primer intento para nuestro retorno al mar, apelando al Artículo 19 del Pacto de la Sociedad de las Naciones de la nobel Liga de las Naciones. Así, en el año siguiente las contradicciones fueron aumentando y en 1921 una nueva comisión donde se encontraba Carlos Víctor Aramayo y Demetrio Canelas. Pese a las observaciones hechas se continuó con la demanda, bajo una orden desde Cancillería el 21 de agosto de 1921, hecho que fue asumido por Aramayo en defensa de los argumentos bolivianos en idioma inglés que fue bien valorado por la prensa europea, ubicados en Ginebra Suiza. Asimismo, Aramayo gestionó el apoyo de delegaciones como Brasil, China, Rumania, España, Gran Bretaña, Canadá y Bélgica. Poco tiempo después, los delegados presentaban el informe donde, en palabras de Alfonso Crespo, “en buen romance, la demanda era rechazada” donde se destacaron la palabra inadmisible. Así, con otros episodios más, el autor de “Los Aramayo de Chichas”, culminaría el mencionado capítulo con las siguientes palabras: “Uno de los muchos episodios en ese rosario de frustraciones que es anhelo boliviano de volver al mar”; que con seguridad es un sentimiento actual y vigente que deberá permanecer latente.

Han pasado siete días, y la agenda de coyuntura es otra. El fatalismo del fallo de La Haya y la imagen del Presidente arropado por cuatro ex presidentes parecería que se ha olvidado, al mejor estilo de la memoria corta de nuestra población. Ahora nos concentramos en la oficialización de candidatura del ex vocero de la demanda marítima y ex Presidente Carlos Mesa quien extrañamente aparece en las filas del Frente Revolucionario de Izquierda, lo cual nos produce aún más interrogantes. La agenda se va direccionando hacia las elecciones generales del próximo año, en medio de slogans como los del 21 de febrero que no tienen ni programa ni propuesta de país. Mientras tanto la “ciudadanía” se mueve al son de una sociedad del meme, con alarmante superficialidad en la capacidad de análisis y sentido crítico. En este marco, es seguro que el tema del mar estará contemplado entre las propuestas político electorales y deberemos esperar los derroteros a seguir en ese cometido. El tema del mar debe dejar su sentido romántico, patriotero y chauvinista para evaluar en prudente medida para considerar el futuro del país vinculado al enclaustramiento marítimo como obstáculo de desarrollo. Con seguridad que se tendrá nuevas alternativas; no fue la primera ni la última vez que se pretende recuperar el acceso al mar con soberanía, así como lo hizo la delegación de 1920 en Ginebra-Suiza, otro país mediterráneo que es puntal de desarrollo con todas sus características geográficas territoriales en el viejo continente.

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