martes, 17 de agosto de 2021

BANDERAS EN CONTEXTO


Once días después de la declaración de la independencia, la Asamblea General de la República de Bolívar crea la primera bandera nacional, siendo 17 de agosto de 1825, distinguiéndose la bandera menor y bandera mayor. Esta creación sería planteada de la forma siguiente: Artículo 1º La bandera nacional será bicolor, verde y punzó; el campo principal será punzó, y a uno y otro costado irán colocadas dos fajas verdes del ancho de un pie; sobre el campo punzó se colocarán óvalos verdes, formados de ramas de olivo y laurel, uno en el medio y cuatro en los costados, y dentro de cada uno de estos óvalos se colocará una estrella de color de oro. Casi un año después, Antonio José de Sucre realiza modificaciones, estableciendo una segunda bandera. En 1831, Andrés de Santa Cruz, Presidente de la República establece, mediante ley, una nueva-cuarta bandera compuesta por tres franjas horizontales, la superior amarilla, la central roja, y la inferior verde. Finalmente, en 1851, el Presidente (tata) Belzu (inspirado en los colores del arco iris, según relatan) instaura la quinta cuarta bandera, casi como la conocemos hasta hoy en día, la cual fue izada por primera vez en la ciudad de Oruro un 7 de noviembre del mencionado año.

No obstante, los recovecos de los emblemas presentes en estos periodos de la historia fueron más amplios, donde podríamos consignar a las banderas: del Protectorado de San Martín, Junta Tuitiva y Republiquetas, Provincias Unidas del Río de la Plata y la  Confederación Perú-Boliviana. Con lo mencionado, podríamos hacer un recorrido sugerente por diferentes etapas, desde el proceso independentista y la nobel república, que acudieron a la construcción de identidad, más adelante identidad nacional. Entonces queda pendiente una revisita a las causas y argumentos, por qué no azares, que llevaron a crear cada una de las mencionadas, que en el mejor de los casos sea representativa del proyecto en curso. Ya en el último tiempo, enmarcado en el Proceso Constituyente, el gobierno mediante Decreto Supremo N° 241, del 5 de agosto de 2009, realiza especificaciones de la denominada tricolor boliviana. Sin embargo, en este mismo periodo, dentro de Constitución Política del Estado se incluye una nueva “bandera” como símbolo patrio la cual es la Wiphala, misma que engloba una compleja simbología y que, con seguridad, se escapa del conocimiento y capacidad de explicarla para la mayoría de personas en el país, llevando consigo la cosmovisión de las Naciones Originarias y que, más bien, es entendida como un escudo de luchas y resistencias ancestrales. Por su parte, a fines del año 2019, ingresa de facto en el escenario la bandera con la flor de patujú que se utilizó en acto oficiales, sin ser, todavía, reconocida como símbolo oficial.

 

Con lo antecedido, podríamos suponer que gran parte de nuestra población, más allá de su convicción “patriota”, desconoce estos derroteros vinculados a la bandera tricolor boliviana; sin embargo, pese a este “detalle” este emblema ha ido acumulando aspectos significativos, casi inexplicables, que se suman a las cargas del civismo construido en los diferentes espacios formales e informales en torno a este tipo de elementos. Acudiendo a una definición de la Real Academia Española la bandera es: Tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución. Entonces, la carga emocional y simbólica vuelve a ser sustentada por las formas en que se plantea y utiliza el emblema, donde podríamos apelar al significado, por ejemplo, de los colores rojo amarillo y verde. Dentro de un periodo de coyuntura, el año 2019 la tricolor fue utilizada como parte de las movilizaciones de un sector de la población, pero no en un mástil sino en forma de capa, y más adelante incluso como cubrebocas, por lo cual se ahonda las contradicciones entre lo planteado como patriotismo, en algunas ocasiones, y chauvinismo en otras; todo de acuerdo al momento. Este tipo de incoherencias entre discurso y práctica, nuevamente responden al desconocimiento de muchos elementos y que sacan a la luz, desde lo simbólico, desencuentros entre proyectos de país donde, al parecer, la tricolor ha sido cooptada por el Estado republicano y, en este caso, la wiphala, por el nuevo tiempo plurinacional. Entonces, así como en Bolivia tuvimos, más o menos, cuatro banderas; deberemos encontrar mecanismos para el replanteamiento de los emblemas que nos representa, más allá de discursos exacerbados, en concordancia con los tiempos en que vivimos, con la capacidad necesaria de entender Bolivia en el marco de su plurinacionalidad.

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