lunes, 2 de agosto de 2021

PACHAMAMA Y MATRIA


El mes de agosto comienza y con ello se abren nuevas líneas de reflexión sobre lo que es Bolivia, para nuestro caso, y las complejas cosmovisiones de las Naciones y pueblos indígenas originarios que la sostienen como Estado y como sociedades. En este marco, para comprender la actualidad de lo que se vive en el país desde un punto de vista identitario y cultural, principalmente, resulta fundamental entender, y por lo menos conocer, estos recovecos que intentaron enterrar con el largo y violento proceso colonial desde donde surge lo que alguien llamó el bastardismo. Así, podemos hacer un repaso de dos elementos de análisis enmarcados en el mes de agosto, recurrente en el calendario cívico y, sobre todo, en el agrícola ancestral.

En primer caso, veamos las implicancias del 6 de agosto como fecha donde se firma el Acta de Independencia dando origen legal a un nuevo Estado bajo los mandatos republicanos y liberales de los estados modernos que soplaron aires desde Europa con mucha influencia de la Revolución Francesa. Así se consolidó el Estado criollo mestizo de los grupos de elite, herederos (en masculino) de los invasores españoles dando inicio, también, al colonialismo interno que mantuvo estos sectores privilegiados en el poder, bajo una lógica de la patrimonialización del poder en detrimento del proyectado Estado indio. De lo sucedido en 1825, junto a todos sus antecedente y luchas ocurridas, han pasado casi dos siglos y la estructura estatal (sustentada en las luchas sociales) de Bolivia ha tenido varios cambios importantes, el último de ellos estableciendo uno Plurinacional, explicado en un proceso constitutivo de alta participación y una histórica ampliación democrática. Sin embargo, todavía parecen subsistir algunos lastres coloniales que reemergieron en 2019, justamente basados en elementos y discursos como la patria y la fe, carentes de un mínimo argumento, pero exacerbadas de fanatismo, ignorancia y dogma.

Pero el mes de agosto también nos abre la posibilidad de retomar otras lecturas más profundas que vienen de tiempos más allá de la propia independencia, donde se mantienen pilares de la cultura y la identidad de nuestros pueblos. Agosto se conoce como el Mes de la PachaMama (época de fertilidad) que encierra toda una cosmovisión proveniente desde tiempos lejanos, pero principalmente nos encontramos ante un importante recordatorio de que la Madre Tierra es la responsable de que la humanidad subsista, brindándonos el alimento y los sustentos diarios que muchas veces hemos normalizado y dejamos de valorar en el nivel que deberíamos, como una forma mínima de gratitud, rompiendo con los egoísmos que se amplificaron con el sistema capitalista y el consumismo. En concordancia con la tierra, se encuentran las y los trabajadores de campo quienes se encargan de producir esos alimentos que día a día llegan hasta los hogares en todos los confines y que contrariamente son vistos como inferiores a partir de lógicas racistas fundamentadas por la ignorancia y los sesgos desde la miopía urbano capitalista.

Es importante, que estas fechas, del calendario recurrente, nos permitan retomar algunas discusiones fundamentales de la convivencia como sociedad, en la relación urbano rural, en nuestras miradas sesgadas y verticales de la humanidad, además de muchas más. Debemos cambiar, incluso, las formas de plantear las palabras (significado-significante), posiblemente cambiando patria por Matria, alejándonos de posiciones machistas y patriarcales que pueden estar implícitas desde de un vocablo y que sustentan patrioterismos y chauvinismos que solo generan limitaciones en la mirada e incluso crean enemigos imaginarios a nombre de patria y bandera. Asimismo, habrá que volver a la PachaMama como un necesario refugio que nos permita entender quiénes somos y de dónde venimos en una memoria larga de la historia personal y, principalmente, de la memoria de nuestras comunidades.

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