lunes, 30 de agosto de 2021

TREN AL SUR

 

Es muy posible que Jorge Gonzales y Los Prisioneros se hayan encontrado en alguna estación entre La Paz, Oruro o Uyuni para componer la letra del famoso “Tren al Sur”. Así, para muchas y muchos de nosotros, seguro, esta canción nos acompañaba imaginariamente para retornar hasta las tierras natales, ya sea de Atocha, Tupiza o Villazón, sin dejar de lado otros lugar tan pintorescos, mágicos y particulares como Oploca, teniendo un regreso al pago con aspectos muy especiales comenzando desde los paisajes que empezaban a aparecer junto a la salida del sol y en medio del anuncio del ¡café, café! Por su parte, la estación de trenes, en muchas ocasiones, fue escenario de las tristes y sentidas despedidas de decenas o cientas de personas que partían en busca de mejores oportunidades en las diferentes capitales de departamentos; incluso en ocasiones sin vuelta. Así, seguramente están en nuestra memoria muchas escenas donde se congelan las imágenes con ese alejamiento de personas queridas, que se quedaban o se iban en medio del pito que anunciaba esas despedidas.

Cómo habrá sido el primer viaje en tren allá por los inicios del Siglo XX, llevando a la comitiva presidencial entre Tupiza y la Quiaca, siendo el Presidente, seguramente, el primero en comprarse el manjar del café con sandwich de mortadela en medio del aire frío y el alba. Posterior a que el Presidente de entonces haga ese recorrido podríamos ir sumando por montones las historias que habitantes de estos lugares nos contaran sobre el tren, seguramente teniendo en parte central el accidente que cobró la vida de una importante cantidad de personas y otros descarrilamientos menores. Igualmente nos hablarían de las visitas, y excesos, al coche comedor donde se podía comer y sobre todo beber hasta que las velas no ardían o hasta que alguien te pedía retirarte por que habías bebido demasiado. Nos hablarían del largo viaje entre Villazón y La Paz, totalmente sobre el riel, que era una saga de aguante mayor. Nos contarían de los productos esperados que se compraban en Uyuni como los YoguYogu y los chocolates Privilegio, que incluso eran una especie de patrimonio de aquella estación, al igual que el pan dulce de Oruro mientras se hacía el trasbordo hacia la terminal y continuar el viaje por tierra. Nos contarían de las trasnochadas o amanecidas en la fila para comprar pasajes de tren, en medio de discusiones y otros problemas relacionados, pero donde encontrabas a muchas personas conocidas o familias enteras que trataban de retornar a diferentes lugares de residencia. Nos contarían del tren carnavalero, especialmente preparado para que decenas de personas vuelvan a Tupiza a disfrutar del carnaval en temporada alta. Y nos contarían tantas cosas que quedan ajenas a nuestras propias vivencias y que trascienden muchas generaciones atrás, que veían como todo un acontecimiento para niñas y niños la llegada del tren que llegaba con aires de desarrollo y modernidad, disfrazada de diversión infantil y regocijo generalizado.

 

Años después, un artista chicheño nos traería nuevas tonadas junto a las remembranzas del tren con sus causas y azares, con frases como “hay que bonito se siente/ya estoy llegando a mi valle, mi casa”. Con analogías sugerentes que nos hablan del monstruo de fierro que me lleva y me trae/ya está en Oploca o Tambillo, junto a contrastes de fragancias y olores como el molle y la surana que nos resultan sinónimo del pago. Posteriormente a la presentación de esta canción, sorpresivamente nos enteramos que el gestor de tantos recuerdos y anécdotas, que van muchas generaciones atrás, quedará dentro de los hangares en un proceso de herrumbramiento al igual que los recuerdos que se irán volviendo más remotos según pase el tiempo y las generaciones vayan cambiando, sin vivencias del monstro de fierro. Solo quedará en las tertulias y añoranzas la afirmación de que “viajar en tren es/era un gustito aparte” como un privilegio que ya no se podrá repetir. Con todo ese sentimiento de añoranza, para algunos se ha generado una reacción de que estamos perdiendo algo de nuestra identidad sureña y que la vimos caerse poco a poco, con el corte del tramo hasta La Paz (ahora convertida en un gran parque de las culturas adornado por piezas de museo provenientes del otrora ferrocarril andino), luego con las riadas que se llevaban las rieles y que no se reponían; siendo las advertencias de lo que vendría después con la cancelación total del servicio de ferrocarril. ¿Todavía estamos a tiempo de evitar el corte total y permanente del servicio de tren? Queda la tarea planteada para las instancias pertinentes y la comunidad en pleno; porque muchas y muchos esperamos ansiosos que llegue el día de volver al pago en el tren al sur.

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