lunes, 2 de julio de 2012

COMPLOT GOLPE Y VICEVERSA


Dentro del escenario de conflictos al que parecemos habernos habituado y acostumbrado, aunque sea a fuerza de la imposición, he aquí los más actualizados. En primera instancia, fuimos sorprendidos por el denominado motín policial, agudizado por el discurso gubernamental que adhirió el duro concepto de golpe de Estado. El mismo, llegaba a la sombra de lo antecedido en Paraguay donde se destituyó al Presidente Lugo con una estrategia parlamentaria muy censurable por la participación de los colorados en alianza con el partido conservador, dándonos una nueva muestra del riesgo de las izquierdas en la historia política latinoamericana. Así, dentro del aspecto simbólico resultó llamativa, también, la mano derecha extendida de los miembros del gabinete posesionado por el “Presidente” Franco como una muestra directa de la posición política que asumirá esta nueva gestión.

            Con este marco contextualizado de afuera hacia adentro, las lecturas políticas iban fluctuando entre la defensa de las reivindicaciones, justas, de los policías movilizados, o amotinados, y las visiones que manifestaban el intento de golpe como un riesgo para el país y la democracia boliviana como un llamado a la unidad en nombre del estado de derecho. A esto se sumaron las acciones contraproducentes de los amotinados cuando hicieron uso de la fuerza y la violencia injustificada provocando desmanes contra instituciones y la población, incluyendo los infiltrados. De esta manera se pone en duda las características esenciales para un miembro encargado por precautelar por el orden y la seguridad interna en Bolivia y más bien generando espacios de inseguridad donde reinaba la ley del más fuerte. Pero más allá de este alcance, las ciudades lograron seguir con lo cotidiano sin, casi, ninguna novedad relevante que demuestre la ausencia de los policías.

            Con el paso de los días y el rechazo al primer acuerdo logrado con sus representantes, se sumó la llegada de la IX Marcha en defensa del TIPNIS que brindó al discurso oficial mayores argumentos para propugnar el intento golpista del verde olivo en alianza con otros sectores y algunos partidos opositores. Entonces el reloj comenzó a marcar el tiempo para el logro de un acuerdo aceptable porque los marchistas ya estaban en el ingreso a la ciudad de La Paz, quienes dieron un día más para que el gobierno logre solucionar el conflicto policial y que se deseche la hipótesis del golpe o por lo menos de un complot Policías-indígenas. Con estos elementos, nuevamente, se generó un escenario performativo donde horas después del acuerdo logrado entre gobierno y policías, los segundos estaban resguardando la Plaza Murillo para que los marchistas no puedan ingresar a la misma. Con lo sucedido pudimos tener una réplica, diferenciada, de lo ocurrido el 2003 donde el objetivo fue sumando a los sectores sociales y lograron la destitución del entonces Presidente Sánchez de Lozada; pero al parecer lo ocurrido en 2012 fue producto de problemáticas no resueltas por varias gestiones donde se logren mejores condiciones para los Policías que como el resto de la población necesitan cubrir necesidades básicas propias y familiares. En este sentido, lo mejor para todos es que el denominado golpe de Estado haya sido solo una estrategia discursiva del gobierno y que no se haya vuelto realidad luego de los antecedentes de Honduras y Paraguay a la espera de que las disputas políticas se planteen dentro de dos años en un escenario electoral y sean resueltas por decisión libre de los ciudadanos mediante el voto como única salida.  

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