lunes, 15 de octubre de 2012

LA OPOSICIÓN EN OCTUBRE

A solo un año de recordarse los 10 años de los hechos de octubre en el 2003 han sucedido muchas situaciones, dentro de las cuales todavía no se consigue esa mentada justicia contra los principales autores de este evento que demarcó un momento de cambios en la estructura del Estado y la misma sociedad civil boliviana. Sin duda, con esto se logró uno de los cambios más esperados y luchados por las organizaciones y gran parte de la población excluida del país para interpelar al modelo neoliberal. Ahora, al encontramos en un nuevo octubre y bordeando estas fechas, para el oficialismo es muy fácil elaborar sus discursos en referencia a esta momento porque el gobierno actual fue quien canalizó esta crisis de Estado manteniéndose por dos gestiones consecutivas en el poder, legitimado por la ciudadanía que sumó más del 51 % requerido electoralmente. En contrasentido, se encuentra la oposición, o tal vez las oposiciones, muy golpeadas y reducidas en diferentes niveles y aspectos hasta la actualidad que simplemente deben adoptar el término justicia en su alusión a octubre negro.

            Entonces, con lo ocurrido en 2003 se marcan dos caminos, políticamente hablando, de un sector mayoritario que de una u otra forma accede al poder y donde, esta vez, de manera interna pugna por su espacio y su influencia en este poder. Por el otro lado, una variedad de grupos de oposición que a la fecha no logran tener una representatividad nacional o estructurar un proyecto de país coherente con las condiciones actuales y sobre todo que convenzan a la población para que les puedan otorgar su confianza nuevamente. Asimismo, esta oposición se ha polarizado en una variedad plural donde se encuentran posiciones desde las más radicales y conservadoras hasta otras que pueden llegar a acuerdos con el oficialismo, pero solo anecdótica y esporádicamente. Así esta oposición lleva consigo la sombra de octubre a lo que se suma un contexto internacional en nuestra región donde sigue vigente una ola progresista que marca a los gobiernos en gestión, donde se tiene como último antecedente la reelección de Hugo Chávez en Venezuela. Con esto podemos proyectar una mirada más amplia a nivel geográfico donde se ve en diferentes países una situación similar al referirnos a la oposición, que en este caso a la cabeza de Capriles todavía no consiguen esos resultados buscados y trabajados, fundamentalmente desde los escritorios de planificación.

            Con seguridad llegará el momento en que la oposición, actual, se vuelva oficialismo porque es el ciclo normal de la política en democracia, pero la clave se encuentra en la capacidad que ésa tenga para encarnarse en las grandes mayorías de la población y que no sea simplemente parte de la pugna por el ansiado poder. Hasta nuestro días, los sectores conservadores no han logrado comprender la realidad de nuestro país es por ello que esta situación se ha agravado hasta las condiciones actuales, y por tanto se deberá bajar hasta la base social y desde ahí proyectar y estructurar propuestas conectadas con la vivencia cotidiana. La política, y mucho más el ejercicio del poder, son el mecanismo apropiado para relacionar al Estado con la sociedad civil que logre establecer este puente de encuentro que sea complementario en la búsqueda de establecer una comunidad de vida eliminando diferencias y desigualdades las cuales también son la consecuencia de esta relación, algo, surrealista.

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