lunes, 8 de octubre de 2012

MADURANDO LA DEMOCRACIA


Tomando en cuenta un análisis etáreo de la división de los grupos sociales hacemos una relación con el proceso por el que ha recorrido la democracia en Bolivia que desde esta perspectiva estaría cumpliendo sus 30 años y consiguiendo su madurez al encontrarse en el límite de la juventud y la etapa adulta. A partir de este análisis se debería suponer que atrás se quedaron los momentos de incertidumbre y conflicto que son característicos de la adolescencia o el tiempo de ir sentando las bases del porvenir y el futuro, en la juventud, para su próxima consolidación. Sin embargo, este parangón no es tan simple ya que los tiempos que tiene la historia de un país no cuentan con las mismas características de las personas además de que éstos son más largos e incluso cíclicos por lo cual no se puede establecer una secuencia lineal de su devenir y sobre todo porque la madurez no es un sinónimo del ser adulto.

            Con todo ello, Bolivia ingresa en sus 30 años de régimen democrático recordando, o tratando de comprender, lo que fueron los días difíciles de lucha y resistencia por recuperar la democracia de las ataduras a las que habían sido sometidas por las dictaduras que se presentaban como una periodicidad casi normalizada en una sociedad llena de diferencias e inequidades. De esta manera, los que no fuimos testigos presenciales de estos tiempos tratamos de construir imaginariamente estos escenarios que pese a todas las adversidades lograron aglutinar en un objetivo común a una gran mayoría de la población, el cual giraba en la búsqueda de la libertad y el respeto de los derechos humanos. A partir de este antecedente se integraron una diversidad de sectores muy plurales que eliminaban otras banderas y solo levantaban la de la democracia como objetivo principal de la causa y el día a día. Lamentablemente, luego de esta victoria colectiva se logró retornar a la democracia que progresivamente se fue enviciando de diferentes errores y necedades que solo conseguían afianzar pequeños grupos de poder llenos de beneficios y privilegios en detrimento de gran parte de la colectividad la cual en su mayoría había sido parte importante del retorno al régimen democrático.

            Contradictoriamente, en estos mismos días se recuerda lo sucedido en octubre de 2003 durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, obviamente enmarcado en la democracia, que paradójicamente ha representado uno de los peores hechos de este periodo que deja mucho por meditar a cerca del verdadero espíritu democrático y la forma de entenderlo para el modelo boliviano. Este suceso también representó el fin del periodo neoliberal que vino de la mano de políticas públicas aplicadas en los países de la región y que en su paso tuvo diferentes reacciones y efectos. Para nuestro caso nos introdujo en una crisis estructural y la búsqueda de la consolidación de otro modelo que adoptó el denominativo de proceso de cambio, y que en el nivel macro Boaventura de Sousa llama democracia de alta intensidad. Pero una vez superado este momento lleno de bonanzas, el actual gobierno, que se encuentra en un segundo mandato, enfrenta otras condiciones que conflictúan la gobernabilidad en el país por lo que se demuestra que incluso dentro de uno de los momentos con mayor legitimidad gubernamental y control de los Órganos estatales la democracia se va reconfigurando a  cada instante y parece encontrar su sentido solo en la capacidad de los mandatarios para otorgar mejores condiciones de vida a la población. Así, han transcurrido 30 años de aprendizajes y la búsqueda de maduración; pero lo que queda claro es que no existen recetas sacramentadas, sino que para poder tener una democracia coherente los que deben buscar la madurez son los ciudadanos por que al fin de cuentas la sociedad es su reflejo al igual que su democracia.

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