lunes, 16 de septiembre de 2013

FUTBOL DOMÉSTICO

Dentro de las redes sociales, principalmente en el Facebook, se suele generar una disputa entre equipos rivales por tradición, al disputarse un mismo espacio geográfico, a decirse de las ciudades de La Paz, Cochabamba o Santa Cruz, principalmente. Así, este tipo de expresiones son publicadas mayormente por varones que parecen buscar argumentos de demostración, algo frívola, respecto del por qué de sus preferencias futboleras. De esta forma, podemos leer una variedad de calificativos que están fundamentados en características sexuales (en detrimento de las diversidades) al igual que otras no menos ofensivas direccionadas con términos racistas y discriminadores. Este tipo de manifestaciones pueden tener varias explicaciones, ya sean psicológicas, sociales, o psicosociales; no obstante la principal es una falta de criterio que rebaja las formas de mostrar el apoyo a lo propio solo descalificando al adversario, llegándose a niveles extremos ya sean verbales o con violencia física como en el caso de los hinchas que agreden a propios y extraños después de sus encuentros deportivos.

            Con este tipo de antecedentes, nos encontramos frente a lo que denominamos como futbol doméstico o el de la liga profesional del futbol boliviano que parece construir en el espacio nacional una épica aguerrida donde los diferentes torneos llenan de total satisfacción a sus seguidores. Así, este tipo de campeonatos locales se presentan con gran alborozo siendo el súmmum del orgullo cuando se consigue elevar una copa, y al denominarse campeones, por lo menos momentáneos. Sin embargo, es lamentable que esta “gran capacidad” de nuestros equipos no se refleje en el ámbito internacional como lo vienen demostrando durante uno y otro torneo en el cual siempre, o casi siempre, terminamos eliminados en la etapa inicial sin lograr ninguna expectativa de ir clasificando rumbo a instancias avanzadas, y mucho menos a una final. Para ello, los especialistas del deporte y del futbol, al igual que todos los demás, buscamos culpables de uno y otro lado donde se apuntan con la mejor nota los dirigentes que hacen una pésima gestión por lo cual no se logra tener esos resultados esperados.

            Yéndonos hacia otro nivel del futbol boliviano seguimos recordando, aunque más bien ya ni cuenta que nos dimos de, la eliminación por completo de la selección nacional rumbo al Mundial Brasil 2014 habiendo sido, casi, en todo momento los guardianes de la cola en cuanto a la tabla de posiciones. Con esto nuevamente entra en cuestionamiento el sentido del futbol en Bolivia que solo aparece de manera difusa por algunas fechas (las primeras de cada eliminatoria) para ir perdiendo su capacidad de generar algún sentimiento de apoyo hacia la verde. Posiblemente este también sea un indicador de la crisis de identidad nacional, que en un estudio realizado se había encontrado al futbol como uno de los principales factores de unidad nacional identitaria. Asimismo, esta eliminatoria se encargó de borrar el recuerdo triunfal que teníamos de la selección del ‘93 y ’94 que nos dieron la alegría de ver la tricolor en un campeonato mundial de futbol, un hecho sin duda histórico que esta vez terminó con la figura del bigotón que ahora forma parte del muro de los lamentos futboleros. Así, ahora solo nos queda, intacta en el recuerdo, la saga del ‘63 donde Bolivia pudo levantar una copa internacional por única vez continuando en nuestro imaginario hasta la actualidad, aunque tal vez, como dice Luís H. Antezana: “hay olvidos necesarios sin los cuales los demás hechos carecen de sentido”. En este sentido, al parecer, el futbol acciona en nosotros una memoria corta, o casi inmediatista, que nos obliga a olvidar para seguir pensando en nuestros campeonatos domésticos como la máxima expresión del deporte rey para los bolivianos, con una total miopía internacional que más bien fomenta, ahora, la irracional división (otra más) injustificada por el apoyo a uno u otro equipo local.

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