lunes, 9 de septiembre de 2013

LAS OTRAS HISTORIAS LOCALES

Tupiza suele llevar a su historia como un eje central de su identidad. Así, año tras años revisamos y nos reencontramos con sucesos resaltantes de nuestra región que pasan principalmente por nuestras fiestas tradicionales y las gestas libertarias como del 1 de abril y el 7 de noviembre, principalmente. Asimismo enaltecemos las figuras de personajes que brindaron su obra para contribuir a nuestro legado cultural como en el futbol y la guitarra. Así vamos construyendo y reinterpretando nuestra historia a partir de estos aspectos, considerados, fundantes para entendernos intrínsecamente y tratando de establecer los nexos entre todos ellos para no dejar cabos sueltos. Por otra parte, en los últimos tiempos también interpelamos nuestro devenir poniendo en cuestión los imaginarios y estructuras que fueron utilizadas para desarrollar nuestra característica identitaria; así se ha ido ampliando una corriente que plantea la Reconstitución de la Nación Chichas como nueva línea de rescate, análisis y propuesta. Son estos los derroteros principales por los que nos vamos moviendo, entre el debate y la argumentación buscando la mayor coherencia que enlace todos nuestros elementos históricos y actuales que permitan proyectar el mejor futuro posible.

            Sin embargo, haciendo una revisión detallada y casi fugaz podemos encontrar las otras historias que nos muestran facetas sugerentes que no lograron ingresar en las líneas de nuestra historia e identidad pero que pueden brindarnos importantes luces para seguir complementando enfoques. Así, por ejemplo, están los hechos de las víctimas de las dictaduras que llevan consigo una serie de experiencias y otras formas de mirar la realidad a partir de lo sucedido, además de poder entender la democracia desde una óptica muy diferente. O en otra línea lo que describe Mario García cuando triunfó la Revolución Nacional y Lechín con grupos de mineros llegaron a Tupiza para pretender dinamitar la Plaza Independencia, por ser un símbolo de “la rosca”, hecho que fue impedido por intervención de las vecinas “beatas” del centro de la ciudad. Así vamos identificando a partir de las crónicas y la historia oral una serie de sucesos, posiblemente, tan llamativos como los ya generalmente conocidos. Igualmente, identificamos otra importante línea hablando de un aspecto, algo más, mitológico como el hecho de que la Región de los Chichas haya estado poblada por gigantes que compartieron el territorio con los pequeños “liliputienses” y que hasta ahora se encuentran presentes, pero ahora, dentro de otras dimensiones de este planeta rojo.

            Así, por muchos años al transitar en la intersección de las Calles Abaroa y Chorolque, saliendo de la plaza principal de Tupiza solía ver unas plaquetas metálicas en las dos esquinas que parecían acompañarse de manera permanente, ante las cuales preguntaba su motivo sin haber podido entender lo sucedido hasta hace poco. De esta manera, este 2 de septiembre se realizó un recordatorio en homenaje a lo sucedido el año 1970 donde dos estudiantes murieron injustificadamente por haber participado en una movilización exigiendo condiciones mínimas para estudiar.  En esa época Bolivia pasaba por un periodo de gobiernos de facto (Alfredo Ovando Candia) que posiblemente hayan justificado el exceso de violencia en lo acontecido. Así, la noche del 2 de septiembre de ese año se habían desarrollado movilizaciones y enfrentamientos entre la policía y estudiantes de los Colegios Enrique Baldivieso y Suipacha. A raíz de esta situación David Arequipa y Juan Carlos Cruz fueron víctimas fatales de los proyectiles policiales, al igual que Felipe López herido con dos proyectiles. Con lo sucedido la población tupiceña se levantó incendiando la Policía y otras dependencias buscando justicia por lo cual hasta los efectivos y autoridades tuvieron que huir, requiriéndose apoyo del Regimiento Chichas, acantonado en Mojo, considerándose a Tupiza como zona subversiva. Con lo manifestado existen todavía muchos otros detalles por tratar en este hecho que gracias a relatos y crónicas personales podemos ir conociendo. Posiblemente este fue uno de los momentos más oscuros de la historia de Tupiza que deben quedar como una dura lección dentro de un pueblo pequeño testigo de lo sucedido. Para terminar y a decir de Raúl Pérez B.: “David [y Juan Carlos] cay[eron] muerto[s] ese día por armas y balas verdaderas, y no por las balas ficticias salidas de una mano con el dedo índice a manera de cañón, como en nuestros juegos. Ese día, con lágrimas en los ojos comprendí que mi inocencia de niño también había muerto”.

No hay comentarios: