lunes, 30 de septiembre de 2013

LA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XXI

Octubre de 2003, y en fecha 17, el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada se encontraba en el final catastrófico que arrastró a todo el sistema político y de partidos que a su vez representó el final de un ciclo político caracterizado por la “democracia pactada”. Así esta misma característica fue la que se tradujo en la crisis de partidos en general ya que dentro de la alianza establecida por el MNR, en esa última gestión, donde se encontraron involucrados, casi, la totalidad de partidos tradicionales de entonces. Con esa supuesta y muy extraña alianza programática sin ningún otro interés que el de cuotear los puestos de poder en el gobierno central. Esta situación reveló, además, el máximo nivel de alejamiento entre gobierno y sociedad civil que fue demostrada en los bajos porcentajes de apoyo electoral de las últimas elecciones donde los gobernantes solo podían llegar hasta la silla de gobierno mediante estos mecanismos democráticos, pero, totalmente excluyentes y serviles a interés elitistas.

Con esta y un sin fin de situaciones provocaron una acumulación histórica que se encadenó para provocar uno de los mayores levantamientos y manifestaciones sociales que convulsionaron a todo el país hasta lograr la renuncia del Presidente de entonces estableciendo un complejo proceso sociopolítico construyendo y consolidando desde abajo un nuevo sistema político y un nueva Constitución Política. Contradictoriamente, lo sucedido en octubre de 2003 mostró la contracara de la revolución nacional ocurrida 50 años antes y canalizada por este mismo partido como resultado de otro suceso que partió de la Guerra del Chaco y una emergencia del sentimiento nacionalista. Con este argumento, y volviendo a octubre, posteriormente se fueron profundizando los debates en torno al proyecto político y visión de país que se debería asumir en adelante ante lo cual el Movimiento Al Socialismo (MAS) como Instrumento Político tomó la tutela para guiar el proceso hasta nuestros días, ante la incapacidad de dos mandatos interinos de transición en medio de la crisis. Así se desarrolló uno de lo principales momentos constitutivos de la historia de Bolivia que todavía se continua debatiendo en diferentes esferas y en el marco del nuevo Estado Plurinacional con autonomías como principales características de diferenciación al anterior.  

Han transcurrido 10 años de octubre negro, con dos gestiones consecutivas del gobierno del MAS, en este tiempo se han presentado una serie de avances, con algunos retrocesos y cuestionamientos, y nos aprestamos a unas nuevas elecciones nacional en 2014 lo cual trae consigo algunos puntos por mencionar. Bajo este marco, en las últimas semanas ha tomado mayor fuerza el planteamiento de estructurar una opción electoral única para hacer frente al MAS el próximo año en lo que, hasta ahora, se denominó Frente Amplio  donde se encuentran una diversidad de líneas políticas e ideológicas, muchas veces contradictorias por completo. Así, vemos a personalidades abiertamente derechistas dándose la mano con los que dicen seguir una ideología de izquierda dejando de lado a cualquier argumento coherente con este tipo de alianzas. Con estos elementos, la única imagen análoga que se presenta es la del acuerdo establecido por el MNR de 2002 con el único objetivo de llegar a la Presidencia pero que algunos meses después se descalabró por completo por la incapacidad que demostró en la gestión de gobierno y la poca legitimidad lograda (solo el 22,5 % para el MNR). Así, lo que se requiere con miras a las elecciones de 2014 es la construcción de un programa pertinente que realmente sea representativo de la realidad nacional con el apoyo comprometido de la ciudadanía para que nuestro país no tenga que recurrir a acciones tan lamentables como las de octubre para mostrar que ese no es el camino ni las formas de la democracia del siglo XXI.

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