El año 2007, realizamos dentro de la Carrera de Sociología de Universidad Mayor de San Simón una investigación colectiva titulada “Culturas juveniles emergentes en Cochabamba en el periodo 2006-2007. Los nuevos derroteros de la juventud cochabambina”. La misma que fue precedida por un hecho ocurrido durante el 11 de enero donde se exacerbaron los ánimos y los sentimientos reprimidos en sectores conservadores de esa ciudad con el argumento de propiedad sobre ese espacio urbano influenciado, también, por el Prefecto de entonces adscrito políticamente a la “media luna”. Así, el tejido social de la capital valluna se vio afectado con secuelas que duraron hasta algún tiempo después. Pero volviendo al estudio mencionado, dentro del mismo se logró identificar tres corrientes político-juveniles: primero, el “Movimiento Universitario Identidad con Dignidad” que logró articular a partir de una estructura universitaria a todo un conjunto de organizaciones, grupos y colectivos entre otros, alrededor de una ideología de izquierda progresista afín al proceso de cambio, llegando a conformar la “Coordinadora de Juventudes Antifascista” y sobre todo reintegrando al campo y la ciudad. De igual manera, encontramos a los “jóvenes por la democracia” articulados de forma circunstancial al calor de la pretensión polarizadora del momento y donde se encontraban principalmente jóvenes provenientes de familias conservadoras que eran animados por sus propias madres para salir a expulsar a los “indios”, bates en mano, de su ciudad; utilizando superficialmente a la democracia como bandera de lucha. Por último, estaba la “Red Apu Tunari” compuesta por colectivos indigenistas de izquierda y alejada del compromiso con uno u otro partido político pero de trasfondo antifascista. De esta manera, con estos tres derroteros, el periodo de tensión fue superado y actualmente muchos de los dirigentes de entonces ocupan espacios dirigenciales y esta vez, incluso, con posibilidades de llegar a la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Lo dicho anteriormente es solo un precedente que nos permite entender las lógicas juveniles de relacionamiento con el poder o el Estado, o según Bourdieu el campo político, del cual estas y estos jóvenes habían sido relegados por mucho tiempo por una concepción adultocentrica que había tomado el control total de este espacio de decisiones. Sin embargo, como en otros tiempos de necesidad urgente para una participación, como fueron las dictaduras, este sector de la población se suma también retomando el papel protagónico y asumiendo el rol de actor social y político que contribuya al actual proceso que vivimos en el país. Pero esta apertura ha sido lograda, también, gracias a la ampliación del mismo Estado que ahora abre estos espacios y promueve una democracia participativa e incluyente desde las normas y leyes, más allá del simple discurso. De esta manera, la motivación revolucionaria sigue muy vigente pero en un nuevo contexto y coyuntura con las características de las y los jóvenes en todos los tiempos. Así, bajo las actuales condiciones, debemos considerar algunas particularidades de este sector poblacional, comenzando por la necesidad de hablar de juventudes, y no solo de juventud como grupo social, ya que las identidades que se mueven dentro son muy amplias y diversas y bajo este perfil también están las identidades políticas que se van asumiendo más que como solo una herencia, desde una experiencia de vida y una necesidad histórica de participación. Igualmente, la ideología ingresa en este espacio como una condición para la articulación a uno u otro proyecto para así contar con un contenido más allá de una simple participación efímera o instrumental.
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