lunes, 29 de septiembre de 2014

CAMPAÑAS Y #VOTOINFORMADO

En anteriores periodos electorales llevados adelante en nuestro país era muy recurrente encontrar mecanismos para direccionar el voto hacia uno u otro partido o candidato; desde este sentido, el clientelismo y la prebenda eran factores que se solía aplicar para trata de convencer a los electores. Así los regalos llevados, principalmente, hasta las comunidades se materializaban en objetos como gorras o abarrotes, situación que se replicaba con el paso de cada uno de los candidatos lo cual significaba el abastecimiento de las despensas de los beneficiados por estas prácticas electoreras. Paradójicamente, los resultados no siempre fueron los más esperados porque llegadas las elecciones solo uno de los partidos benefactores era el ganador con datos que lanzaban porcentajes, generalmente, menores al 30% de la votación y que a final de cuentas el Congreso era el que definía, en base a acuerdos, quién se quedaría con la presidencia de la República. De esta manera, el voto popular quedaba en entredicho por la poca claridad de la elección realizada.

            Otro de los aspectos cuestionables era la demagogia como principal argumento de campaña que era demostrada por el paso de uno tras otro partido en el gobierno que al final de cuentas no concretaba las promesas hechas con lo cual la fe en el ejercicio de la democracia iba en declive además del aumento en el desinterés por la función de gobierno para una mayoría de la sociedad civil. Con estos elementos, el alejamiento entre el Estado y la población parecía ampliarse aspecto que iba en detrimento de la misma democracia como ejercicio del poder que era reducido al simple momento de sufragio y después nuevamente la ruptura. De esta manera, el ingreso al periodo democrático fue superando etapas teniendo como principal impulso la amenaza del régimen dictatorial del cual pretendemos alejarnos lo más posible en el intento de mantenernos dentro de la libertad y el ejercicio de los derechos que implica este periodo en el que todavía nos mantenemos.

Como toda necesidad social y política, desde el año 2000, principalmente, y antecedida por una continuidad de movilizaciones y manifestaciones de diferentes y múltiples sectores se fue interpelando la cualidad del sistema de partidos que cargó con todos esos problemas antes mencionados para tratar de modificar los mecanismos de elección democrática en el país. Entonces, el proceso constituyente y la nueva Constitución Política fue uno de los más significativos avances que junto a la movilización de 2003 terminó de anular este viejo régimen de partidos además del mismo sistema democrático boliviano. De esta forma, al parecer, el pueblo viene alcanzando una madurez política que no responde mecánica o clientelarmente a uno u otro partido sino que el voto es algo más importante el cual, además, se prolonga durante toda la gestión con mecanismos participativos y de control social más reales que líricos. Así la sociedad civil asume el rol de actor social y político fundamental para garantizar la gobernabilidad en el Estado y todos sus niveles de gobierno. En las actuales elecciones, se presenta un nuevo reto que se expresa en la necesidad del voto informado que implica un mayor compromiso con el acto del sufragio que se aleje de la simple mecanicidad u obligación y más bien sea un acto responsable del ejercicio de los derechos políticos de cada ciudadano y ciudadana en el país. Nos aprestamos a una elección determinante donde se pugna la continuidad del denominado “proceso de cambio” o un viraje radical en cuanto al tipo de gobierno pero que con seguridad no podrá desechar los grandes avances logrados en este último periodo en el intento de mantenernos en democracia. El voto informado debe ser el principal motivador de la decisión para este 12 de octubre porque además, así, somos los gestores de acciones tomadas en un momento dado y donde la ignorancia no será óbice para librarnos de culpas o responsabilidades.


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