lunes, 9 de febrero de 2015

CARNAVAL INTERCULTURAL

Las pandillas y otras comparsas con expresiones singulares, tanto en el baile y vestimenta, eran los principales símbolos del carnaval chicheño (en Tupiza) en años pasados. Sin embargo, llegó una etapa donde la presencia de grupos provenientes de comunidades fue el llamado de atención para la recuperación de las formas más tradicionales y autóctonas del carnaval relegado a otros espacios lejos de la “urbe”. Así, hace algo más de dos décadas se realizó una explosión en cuanto a las manifestaciones culturales en un reencuentro entre esta población que se había puesto muros imaginarios de separación entre un mismo pueblo hermano justificado por los sesgos inexistentes que podían hacernos ver como diferentes y que llamativamente, hasta nuestros días, lograron transversalizar prácticas culturales como el uso de los instrumentos típicos que rompieron con los estratos sociales, generando una sola comunidad cultural.

En la actualidad, ha sucedido una serie de modificaciones en cuanto a las formas en las que se celebra las fiestas del carnaval en la lucha por mantener las singularidades y particularidades, por tanto manteniendo los elementos fundamentales de la identidad chicheña. Desde estas cualidades nuestra cultura se relaciona y proyecta hacia otros espacios en términos de interculturalidad que suelen ser más complejos que una simple armonía, complementariedad u otros; y más bien ingresan términos de capacidad y poder como mecanismos de establecimiento de un nuevo orden. Así, la dinámica cultural es muy variable por lo cual resulta erróneo pensar en esencialismos o visiones románticas como estancamiento de los procesos sociales. De esta manera, con el devenir de los años han ido sucediendo interesantes cambios como ser la aparición de danzas y expresiones provenientes de espacios andinos, como ser morenada o caporal, entre otros, que fueron matizando el abanico cultural del carnaval chicheño, como una práctica de interculturalidad.


No obstante, de manera pendular estas manifestaciones se fueron atenuando hasta casi quedar totalmente ausentes. En esta misma línea se incrementaron las comparsas de anatas que en la actualidad son las mayoritarias de todo el listado participante de las entradas del sábado y domingo de carnaval. En una línea paralela se desarrollan elecciones de los personajes y representantes de la fiesta como ser la reina, “cholita” y el rey momo realizados en compadres, comadres y domingo de tentación, respectivamente, y que pueden caer en cánones establecidos por el sistema encasillando una especie de prototipos ideales. De igual manera, se viene realizando entradas de compadres, comadres y la precarnavalera siguiendo parámetros que se suelen tener en otros espacios del país, lo cual no significa que la innovación del calendario sea llamativa y posible. Como la última modificación se realizó una romería con la virgen de Remedios lo cual entremezcla el sentido de la festividad con lo que se conoce como, una variante de, sincretismo. Sin embargo, en este último aspecto se corre un riesgo de confundir el sentido del carnaval chicheño que está muy ligado con el calendario agrícola, y no así con asociaciones religiosas. Con todo lo descrito, vemos que la dinámica cultural nos confronta siempre con los retos de la interculturalidad como mecanismo de replantear de manera permanente los lineamientos que construyen la identidad colectiva y que a la vez obliga a refrescar nuestras expresiones para mantener las columnas fundamentales propias sin pecar de soberbia excluyente y discriminatoria.

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