Semana Santa es uno de los
feriados más largos que se tiene en el país que por sus mismas características
incentiva al turismo, siempre y cuando la economía provoque el mismo incentivo.
Pero pese a ello, se ven en todo el territorio nacional una diversidad de
ofertas y destinos por visitar para, de esta manera, ahondar lo que se propone
hace algunos años, conocer primero Bolivia (claro sin dejar de lado la opción
de dirigirnos hasta otros países vecinos para ampliar nuestros horizontes).
Así, encontrándonos en La Paz entre los destinos más recurrentes, para estas
fechas, se encuentra Copacabana, el Lago Titicaca y la Isla del Sol,
principalmente, para pasar ahí unos días alejados de la polución de las
ciudades y poder reencontrarnos con parajes de la naturaleza y también con la
magia del Lago Sagrado, que incluso llega a compensar nuestro perdido mar.
De esta manera, por la ubicación
geográfica, y otros factores, y movidos por los días que marcan el calendario
nos dirigimos también hacia ese destino para abordar en Tiquina el Crucero por
el Lago, dentro del Buque Multipropósito de la Armada Boliviana. Ahí, nos
aprestamos a visitar la Isla del Sol, la Piedra energética Titikarka, la
Chinkana; y posteriormente la Isla de la Luna y el Templo de las Ñustas o ajlla wasi; según el cronograma de
actividades que se había propuesto con antelación. Sin embargo, ya es conocido
el conflicto que se está suscitando en esta región, tanto en Tiquina como en
Copacabana, lo cual llevaría a modificar la programación. De esta manera, como
si el Viceministro de Turismo fuera un agorero, los conflictos y movimientos
sociales se convirtieron en parte del tour, posiblemente como un “atractivo turístico”;
que en Bolivia ya es generalizado. Por este motivo, primero estuvimos detenidos
a una distancia considerable de Copacabana sin poder desembarcar porque los
pobladores se oponían a nuestro arribo ya que se creía que una comitiva oficial
venía a bordo. Así, luego de negociaciones logramos llegar a nuestro primer
destino, casi a la media noche con un permanente sentimiento de angustia por
cursar una ciudad, casi, desierta donde cruzamos a un gran número de peregrinos
que buscaban el apoyo de la Capitanía para retornar hasta La Paz y que al
parecer pernoctaron en la afueras del Distrito Naval.
El día siguiente, al retornar al
Crucero nos encontramos con los mismos peregrinos que estaban abordando,
también en el Buque Multipropósito para ser transportados hasta Tiquina como
única alternativa de regreso a La Paz; así, se realizó la evacuación de otras
decenas de personas en el Rodman 53 y otras embarcaciones menores. Conversando
con un operador de turismo nos dice que esta es una de las tantas ocasiones que
ocurren estos imprevistos y que el turismo en Bolivia, en gran parte, termina
convirtiéndose en turismo de aventura y de emociones extremas. Pero más allá de
estas anecdóticas escenas habría que pensar en los mejores mecanismos que
lleven a potenciar el turismo boliviano para que no se tenga que salvar
permanentemente este tipo de problemas y los riesgos se reduzcan para
garantizar la salida y el retorno de los que, dadas las condiciones aun,
quieren conocer Bolivia.
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