miércoles, 11 de marzo de 2015

UN HOMBRE DE ALPARGATAS

Posiblemente la persecución en complicidad con el destino fueron los autores de la llegada de la familia Forti a Tupiza (donde se había fundado la primer organización anarquista en Bolivia, “Unión Obrera Primero de Mayo” el año 1906 al igual que el periódico “Aurora Social” de la misma línea ideológica), esto simplemente para agrandar mucho más una historia que, como titula Lupe Cajias (2012), abriría “Los Caminos de Nuevos Horizontes”. Germinal Liber Forti Carrizo nació en Tucumán-Argentina el 19 de agosto de 1919 y fue nombrado de forma muy acertada como “Libre”, una bandera que llevó durante toda su vida marcada por su pensamiento libertario. A sus diez años, ya en Tupiza, Liber Forti tuvo su primera aproximación a la lectura (o más bien fue donde aprendió a leer) donde también jugó un papel importante la Imprenta-Librería “Renacimiento” de su padre; este mismo lugar será recordado en sus palabras manifestando: “fue la mejor época de mi vida, en la que fui más inocente, que fue la niñez”.

            En territorio argentino tiene sus primeros acercamientos al teatro dentro de un grupo de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) de línea anarquista. Posteriormente radicando en Tupiza produce un radioteatro y paralelamente se integra al conjunto teatral de la Sección de Arte y Cultura del Club Deportivo The Strongest de Tupiza, el cual fue uno de los principales motivos para quedarse en este lugar. Así, con un importante grupo de compañeros y compañeras deciden fundar el Conjunto Teatral “Nuevos Horizontes” el 1° de mayo de 1946 con el lema “Avancemos sin pausa y sin prisa, como las estrellas”, el cual sin duda marcó a toda una generación que se vinculó en las tablas con un compromiso profundo dentro de un espacio de formación de jóvenes valores. Complementariamente  al hecho de trabajar dentro del teatro y el arte como tal, era también importante la construcción de una visión anarquista de la vida que cruzaba como una transversal permanente en estos procesos del “teatro como una hermandad”. Este compromiso se vería reflejado en el trabajo con la gente, ya que el grupo teatral se encargaba de llevar obras hasta todos los distritos mineros, lo cual también servía como una plataforma para convivir y discutir sobre ideas e ideologías sellando así aún más esa hermandad precedida por el teatro, conociendo y aprendiendo.

Luego de una trayectoria muy rescatable, con viajes y presentaciones nacionales e internacionales, habían pasado 14 años y algún tiempo antes se presentaron algunos conflictos con sectores de la población en Tupiza. Con la ingrata frase de “nadie es profeta en su tierra” Nuevos Horizontes veía los reveses que se le daba. Mientras que desde otras instancias nacionales e internacionales el conjunto teatral era reconocido, entre otros, el Colegio Suipacha le quita el espacio dedicado a sus ensayos como un rechazo frontal a sus prácticas. En la publicación Teatro N° 12 de 1961 publican manifestaciones como: “Nos vamos sin llevarnos nada, ni siquiera este sabor amargo y áspero de no haber sido sentidos ni comprendidos, porque hasta él, aquí se queda con ustedes, pueblo de Tupiza”. De esta manera comenzó la despedida, que obligó, en muchos casos, a que los integrantes tomen nuevos rumbos en la individualidad. Entre otros motivos para esta partida fue la participación de población conservadora como expresa Lupe Cajías: “Esa misma Tupiza, pero la de las beatas, los hipócritas y los temerosos, fue la que luego ahogó a [Nuevos Horizontes]” (2012: 52). Años después sucedió el reencuentro necesario entre Liber y Tupiza porque el proyecto emprendido décadas antes no cayó por completo sino que fue el foco de irradiación que marcaría la identidad e historia de todo un pueblo.

Dentro de la faceta política, que no se puede desvincular del arte y la cultura, Liber Forti siempre tuvo al anarquismo como su carta de presentación lo cual le costó la persecución, el exilio y la tortura. El trabajo realizado con los mineros llevó de forma casi natural a que en 1962 sea nombrado, de forma inédita, como Secretario de Cultura de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) cargo que se ratificaba en cada Congreso de forma unánime. También fue asesor de Juan Lechín Oquendo, por aproximadamente 40 años dentro de la FSTMB. Bajo esta línea, el alejamiento del poder, dinero o fama marcó su trayectoria de característica humilde, horizontal y libertaria como mandato para sus acciones.


            Este 11 de marzo Liber Forti ha partido; pero como los grandes gestores nos deja todo ese legado que fue construido sobre dos columnas: el teatro y el anarquismo; este hecho ha despertado todas las voces que reconocen su trayectoria de forma masiva y desde todos los rincones del país y más allá de sus fronteras. Todavía queda mucho por conocer sobre su obra y la herencia teatral que surgió con esta célula implantada en Tupiza hace más de seis décadas y que ha permitido resaltar el nombre de Tupiza como la cuna del teatro en Bolivia gracias a la lucha de este y otros gestores de la época. El hombre de alpargatas que se autodefinía como tupiceño, parece que nunca quitó su pensamiento de este lugar, por eso pretendía llevar nuevamente obras teatrales como “La zorra y las uvas” hasta la cuna de Nuevos Horizontes. Ahora que Liber Forti ha partido, Tupiza es el escenario que más va a lamentar esta pérdida por todo lo que ha significado para esta tierra. Y por sobre todo estará pendiente el deseo que Liber había manifestado en una entrevista reciente expresando “que cuando le llegue el final o ‘caiga el telón’ quiere enterrarse en el suelo de su amada Tupiza”.

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