Cuando nos enfrentamos a una elección local o
municipal, estamos refiriéndonos a un nivel de gobierno muy cercano a la
población y que se vincula a la problemática, necesidades y demandas, al igual que
potencialidades y fortalezas que requieren de una gestión oportuna y eficiente.
Así, es posible que las propuestas de candidatos y candidatas sean similares ya
que deberían ser proyectadas a partir de esas urgencias para la población electora.
De esta forma, se van construyendo y consolidando candidaturas con nombres que
brinden repuestas a esta necesidades colectivas. Con seguridad que las y los
candidatos no siempre son conocidos por todos y todas pero esa es una de las
cualidades que deberán articularse con el programa de gobierno y la campaña en sí,
apoyando en este proceso. En este sentido, es posible que esta articulación de
factores sea el principal elemento para elegir y emitir el voto el último
domingo de marzo.
La política es dinámica y
sigue avanzando conforme pasa el tiempo. Así en épocas diferentes nos
encontrarnos con partidos y siglas diferenciadas, o a veces similares en sus
propuestas y solo variantes en su color característico. Así, hasta hace poco
nos encontrábamos dentro de un sistema de partidos alineados, que colapsaba
cada vez más por una devaluación de sus propuestas y que se anquilosaba
progresivamente. Lamentablemente, junto a la caída de este sistema de partidos
no cayeron las percepciones, por lo que hasta la actualidad vemos emerger
candidaturas pertenecientes a los intentos vanos de reactivar partidos como el
MNR, esta vez en espacios regionales o municipales como enclaves de resistencia
al cambio. Desde el otro lado surgieron nuevas propuestas refrescando y
replanteando ese sistema de partidos con siglas que se posicionaron de forma
importante hasta tener una hegemonía en, casi, todo el territorio nacional. De
forma sugerente, en niveles municipales nos encontramos con el espacio propicio
para tener un gran número de siglas ya que además de los partidos se tiene a
las agrupaciones ciudadanas que tratan de canalizar esas demandas con una
identidad propia del municipio y su población. No obstante, esto no siempre ha
tenido buenos resultados por aspectos como la posición de confrontación con
otros niveles de gobierno u otros que no permiten tener una gestión eficiente y
efectiva para la comuna.
Otro
actor importante y complementario es la ciudadanía, encargada de elegir mediante
la emisión del voto. Pero este relacionamiento no debe quedarse simplemente en
esta acción de votar sino que es también responsable de fiscalizar y aportar en
la gestión pública desde el espacio en el que se encuentre. La democracia
boliviana ha tenido importantes avances donde la participación es un factor
primordial en la gobernabilidad y éxito de la gestión, pero para ello se
necesita un mayor compromiso de esta ciudadanía electora. Los municipios son
espacios donde la participación puede ser más efectiva con mecanismos como el
control social a partir de organizaciones sociales, civiles u otras que se
convierten en órganos vivos de la comunidad. Estamos a menos de un mes de las
elecciones subnacionales y este compromiso se incrementa porque la decisión y
el voto que se vaya a emitir puede definir factores de desarrollo u olvido,
entonces nuevamente se pone en juego el simplismo del voto consigna o más bien
realizar un proceso de análisis para concretar el tan ansiado voto informado.
Al final de cuentas, el candidato vencedor tendrá la responsabilidad de sacar
al municipio hacia adelante y en esos cinco años los nombres individuales y las
siglas se diluirán para llevar el nombre de todo un municipio para avanzar o
seguir en el letargo y abandono.
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